Una preocupación cada vez más frecuente en familias con hijos e hijas adolescentes es la mayor ocurrencia de las autolesiones. Éstas pueden ser desde pellizcos, arañazos, estirarse el pelo, morderse, darse golpes contra paredes, dejar de comer y en los casos más extremos incluso realizarse heridas en brazos o piernas con objetos cortantes. Ciertamente es un tema muy delicado y que es necesario abordarlo en cuanto antes ya que detrás de una autolesión siempre se esconde dolor emocional que no se sabe gestionar.
¿Qué es una autolesión?
La autolesión representa una manera inadaptada de regulación emocional utilizado en jóvenes como vía para enfrentarse a situaciones o sentimientos negativos. Muchas de estas emociones son muy intensas, algunas propias de la etapa de la adolescencia, y otras pueden ser debidas a situaciones estresantes que no saben cómo manejar.
¿Qué lleva a un/a adolescente a lesionarse?
A menudo recurren a este método por no haber aprendido a identificar o expresar sentimientos intensos, nuevos, difíciles o contradictorios (que confunden al joven en la manera de plantearse la situación estresante) de una manera más saludable. En muchas ocasiones aparecen de manera espontánea pero otras veces, las/los adolescentes llegan a esta forma de regulación por una recomendación de otros compañeros o por la búsqueda en las redes sociales y/o internet.
Las situaciones que llevan a un joven autolesionarse pueden ser varias como así lo son la interpretación de esta acción y los “beneficios” que obtienen. Por lo tanto, es muy importante conocer cómo es la autopercepción que tiene el/la joven sobre sí mismo/a y el modo en el que interpreta las situaciones del mundo y sus relaciones interpersonales. De este modo, podemos comenzar a entender qué estrategias tiene y la autopercepción de capacidad y autovalía para afrontar las situaciones de la vida. Sólo adoptando la visión que tiene este joven y entendiendo la función que tiene la autolesión en su vida, podremos iniciar el camino para sustituir esta conducta dañina por otra más adaptartiva.
Principales motivos
En primer lugar debemos tener en cuenta que para muchas personas (adolescentes y adultos también) es más fácil soportar el dolor físico que el dolor emocional. Es por esto que, desde la psicología se contempla que en toda autolesión (independientemente del tipo o gravedad) siempre subyace un dolor emocional que no ha podido ser expresado por los motivos que sea.
A continuación, indicamos algunos de los principales motivos por los que un/a joven puede autolesionarse:
- para sentir alivio (emocional, en la mayoría de casos)
- para demostrar al mundo el sufrimiento que llevan dentro (pedir ayuda)
- para sentir que tienen un motivo “real” para sentir dolor (buscar un motivo que no han sabido identificar en su interior)
- para sentirse “vivos” y “reales”
- para comprobar que “no están soñando”
- para “volver a la realidad”
- para sentir la sensación de “purificación” y limpieza
- para castigarse y obtener “su merecido”
- para castigar a otros
- llamada de atención a los demás
¿Qué puedo hacer como padre o madre?
Es importante acudir a un profesional cuando se detecta una autolesión puesto que es un tipo de conducta con riesgo a que se mantenga en el tiempo sin la intervención adecuada. Dicha intervención irá encaminada a encontrar el origen del malestar, etiquetar las emociones que sienten y encontrar nuevas formas de hacer frente a estos sentimientos.
Un objetivo esencial de la terapia es dar significado al dolor y entender qué es lo que está manifestando el/la joven mediante el hecho de auto infligirse daño físico.
En estos casos, es muy difícil para las familias entender el motivo por el cual se busca hacerse daño a uno/a mismo/a, en lugar de evitarlo y es motivo de alarma, puesto que el sentimiento general de los padres en estos casos es de “falta de control” y ansiedad al no saber cómo manejar la situación.
Asimismo, es importante que el/la joven adquiera conciencia de su dificultad para tolerar y manejar las emociones intensas. Sólo entonces, estará preparado/a para pedir y recibir ayuda.
Autora: Jessica Arjona
Psicóloga General Sanitaria especialista en Neuropsicología Clínica y Psicología Infantojuvenil.