Es innegable que el nacimiento de un hijo o hija supone enormes cambios en la vida cotidiana de los padres y madres que afectan a diversas áreas: rutinas diarias, horarios, relación de pareja y familiares, toma de decisiones, etc. Así mismo, es igualmente innegable que durante todo el embarazo y también después del parto, la mujer vive múltiples cambios y modificaciones que requieren un gran esfuerzo de adaptación y superación.
Centrándonos ya en el postparto, la mujer realiza en esta etapa importantes cambios físicos (molestias derivadas del parto o de la lactancia, dolor de espalda, estreñimiento, etc.), cambios hormonales, cambios en el patrón de sueño, etc. que sumados a los otros aspectos que comentábamos antes, hacen que este período resulte muy exigente y agotador.
Aproximadamente entre el 50 y el 80% de mujeres experimentan tristeza, lloros, fatiga, irritabilidad, insomnio, cefaleas, etc. en los primeros días después del parto y durante un breve período de tiempo (menos de un mes), lo que sería el fenómeno conocido como «maternity/baby blues» («melancolía de la maternidad» en castellano). Sin embargo, los estudios revelan que entre el 10 y el 20% manifiestan estos síntomas con mayor gravedad y durante un plazo superior a un mes, que correspondería a casos de Depresión Postparto.