Es habitual que los niños y niñas tengan rabietas o berrinches ya que una de las muchas cosas que tienen que aprender las/los niñas/os es a manejar sus emociones y a tolerar la frustración. Evidentemente, esto formar parte de un largo proceso en paralelo con la maduración, pero es bueno tener presente que los adultos formamos un magnífico ejemplo para ayudarles en esta tarea.
Los niños y niñas son egocéntricos/as por naturaleza y viven de la satisfacción inmediata. Las rabietas y los berrinches son, en un inicio, una manera evolutiva de expresar dolor, desconcierto, miedo o disconformidad y ellos/as no acostumbran a saber la causa. Pero cuando crecen, la rabieta constituye una herramienta de manipulación de los adultos de su entorno para conseguir salirse con la suya. Es por este motivo por el que no debemos dejarnos llevar por ellas y aprender a manejarlas de la manera más adecuada con los recursos que disponemos o de lo contrario, esta manera de comportarse de nuestro/a hijo/a irá aumentando y asentándose con el tiempo.
Por lo tanto, creemos que es muy importante tener en cuenta dos factores importantes:
- No podemos esperar que un niño pequeño sepa manejar sus frustraciones sin tener un modelo para ello.
- Es importante que vaya acostumbrándose a manejar la frustración puesto que en el futuro el mundo no se va a adaptar a sus exigencias sino que va a tener que ser él o ella quien deba adaptarse al mundo.
Este último punto es especialmente relevante en las consultas de hoy en día, sobre todo en adolescentes ya que actualmente nos encontramos a chicos y chicas que no han aprendido a adaptarse a su entorno y que debido a ello tienen una baja tolerancia a la frustración.
Pero vayamos por partes…
1. Entender las rabietas
Como sabemos, una rabieta responde a un malestar del niño o niña que no sabe manejar y está pidiendo que se le regule desde el exterior. También hemos visto que en ocasiones, en niños/as más grandes, sirven como arma de manipulación para satisfacer sus deseos. Por tanto, podemos ver que las rabietas o berrinches tienen un objetivo. Para poder manejarlas de manera más efectiva, es fundamental conocer el origen de dicha rabieta y qué está expresando.
Si las rabietas dan lugar a una conducta disruptiva más continuada, es preciso también conocer los detonantes, es decir, los aspectos o situaciones que provocan esa respuesta en el/la niño/a. Algunos de ellos pueden ser: cambios importantes en su rutina, falta de estabilidad, entorno familiar o situaciones cotidianas que el niño o la niña no haya sabido manejar, etc. Es importante tener en cuenta que los detonantes pueden parecer poco relevantes a ojos de un adulto, pero ser muy importantes para un niño o niña.
Una buena actuación por parte de los adultos de su entorno implica los ingredientes de: comprensión, apoyo, contención y ofrecer alternativas para solucionar el problema.
2. Manejarlas
Algunos consejos para gestionar las rabietas y berrinches de nuestro/a hijo/a son:
- Entender qué nos intenta decir la rabieta
- Detectar qué beneficio obtiene de ella
- Acompañarles pacientemente durante el desarrollo de la misma
- Cuando haya finalizado, hablar tranquilamente con el niño o la niña sobre lo sucedido
- Si sospechais que pretende conseguir algo, jamás ceder ante estos chantajes.
- Ignorar la mala conducta hasta que pase (siempre y cuando no pueda hacerse daño)
- Enseñar alternativas y ofrecerles vuestro modelo
Como hemos visto, las rabietas forman parte del desarrollo de las personas. Sin embargo, si son muy frecuentes, intensas y/o difíciles de calmar, puede que sea recomendable acudir a un profesional que analice la situación y os ayude a encontrar soluciones.
Autora: Jessica Arjona
Psicóloga General Sanitaria especialista en Neuropsicología Clínica y Psicología Infantojuvenil.